Aquí estoy de nuevo con el inicio de curso. Para mí el año empieza siempre en septiembre; el 31 de diciembre me como las uvas pero el año en sí empieza entre el 12 y el 15 de septiembre.
Este año no hay muchas novedades, somos más, unos diez y los que antes estuvieron por aquí van pasando a vernos de vez en cuando. ¡Eso me gusta! Es lo que hago yo cuando subo a Osona, ¡ays! ¡Sigo echándolo de menos! Y que conste que aquí estoy muy bien, mucho. Es más, ahora mismo no contemplo la posibilidad de estar en otro centro, ya ves qué tontería... Pero mira, en Osona conocí a mucha gente y todos especiales.
Pero bueno, ya paro que me entra la ñoñería y no es plan. Hoy he estado en casa. Es el cumple de mi madre y hemos estado picando un poco. A mediodía hemos comido juntas y ahora sólo picar, que sino luego mi estómago se queja. No quiero volver a malacostumbrarlo. ¡Ya lo pasé mal en verano y no quiero volver a empezar! Las comilonas no se empiezan a notar hasta que te pones los pantalones, ¡jeje! Y no quiero empezar de nuevo, que ya casi he perdido todo lo que cogí en verano, ¡uff! ¡Nunca más! Bueno, siempre digo lo mismo hasta que llega de nuevo el verano... ¡Cosas que pasan!
¡Y mañana empiezo francés! ¡Uff! ¡Pánico me da! ¡Aún no he mirado nada! Mañan el profe me cruje, ¡fijo! Ahora me pondré un ratito a ver qué... Supongo que algo recordaré, ¿no?
¿No os pasa que al llegar septiembre parece que todo cambia de color? ¿No os da la sensación de que las cosas cambian? A veces es para mejor, otras veces para peor, pero siempre cambian... Yo creo que, en mi caso, han cambiado para mejor, pero sólo el tiempo lo dirá...
¡Nos vemos pronto!